domingo, 30 de diciembre de 2007

Comentarios interesantes a nuestro tema

Los he tomado de la encíclica de Dimitrios I donde sus palabras son duras contra todo lo que no corresponda a la verdadera instrumentación del icono.

Escribe “ no es lícita la banalización de la función sagrada de los iconos, y especialmente el hacerlos servir como elemento decorativo de los lugares de la vida mundana, de las casas o de las salas de exposiciones, donde son exhibidos por personas mundanas que los aprecian solo como obras de arte.

Tampoco es lícito tratar los iconos como un artículo comercial, o como un objeto para imprimir sobre papel y otros materiales de poco valor, según los métodos actuales de reproducción industrial, para sacar de ellos provecho. Todavía menos, aumentar de manera ilícita su circulación en la sociedad secularizada de hoy.”


Tenemos otras opiniones que en realidad nos están diciendo lo mismo:


Se considera que un iconógrafo debe tener real talento.

La imagen de Cristo o de los Santos no pueden ser confiadas a quienes las desfiguran y las deshonran, o a los que pintan de una manera demasiado humana o profana, sin perspectiva trascendente.
Un mal icono es “ una ofensa a Dios”

Con motivo del XII Centenario del Concilio, celebrado en el año 1987, tanto el Papa Juan pablo II, con la Carta “Duodecimum saeculum”, y el Patriarca Dimitrios I de Constantinopla con su carta encíclica sobre los iconos, “dirigidas ambas a la Iglesia universal, han puesto un hito en la historia y en la teología del arte sagrado iconográfico, con una invitación a apreciar los tesoros de la tradición, a no banalizar lo que es expresión y vehículo de la belleza que tiene que llevarnos hasta el autor de la belleza!

Como dice el papa Juan Pablo II en su carta a los artistas publicada en 1999, el arte ante el misterio del Verbo encarnado, “constituye un vasto capítulo de fe y belleza en la historia de la cultura, del que se han beneficiado especialmente los creyentes en su experiencia de oración y de vida.
Para muchos de ellos, en época de escasa alfabetización, las expresiones figurativas de la Biblia representaron incluso una concreta mediación catequética.

Pero para todos, creyentes o no, las obras inspiradas en las Escritura son un reflejo del misterio insondable que rodea y está presente en el Mundo”.

[Tomado de Universidad de Playa Ancha, publicaciones.]

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